EL NIÑO QUE ENCONTRÓ A SU DIOS

EL NIÑO QUE ENCONTRÓ A SU DIOS Albrecht Dürer (1471-1528) . Grabado de 26 x 35.3 cm . San Eustaquio, 1501 En la visión de Plácido, siempre persiguiendo y dando caza a las criaturas más bellas en sus formas, y en su esencia quizás. Persiguiendo, cazando esa belleza, esa perfección que él tanto ansiaba para sí, le habló Dios en su forma más ancestral, la más primigenia y más pura, la forma del ciervo en quien Cernunnos tanto amaba encarnar. Sobre su cabeza la Luz que otorgaba a aquellos que le miraban de frente y reconocían a la divinidad que moraba en ellos. Al quedar absorto por el cuadro, pregunté y mi guía me susurró con esa dulzura del que sabe hablar cuando es el momento necesario para despertar las señales. Plácido representa que en su tránsito te transfirió un tesoro muy valioso (que comprendería pasados los años cargados de todo tipo de pruebas): la renuncia de uno mismo. Cuando por fin bajas del caballo, que simboliza las pasiones, y te postras ante el...